ARTÍCULOS ORIGINALES

Revista Peruana de Investigación Valdizana, ISSN-e 1995 - 445X
https://doi.org/10.33554/riv.17.4.1891

El neoliberalismo y los grupos económicos de Monterrey

Neoliberalism and the economic groups of Monterrey

 

Beatriz Pérez-Sánchez1,*,a, Abraham Nuncio-Limón2,#

1Universidad Juárez Autonoma de Tabasco, México

2Centro de Estudios Parlamentarios, Universidad Autónoma de Nuevo León, México

Corresponding author: E-mail: *beatrizperez10@hotmail.com, #abraham.nuncio@gmail.com

Orcid ID: ahttps://orcid.org/0000-0001-8399-6664


Recibido: 29 de junio de 2023

Aceptado para publicación: 26 de noviembre de 2023

Publicado: 30 de noviembre de 2023


Resumen

En sus inicios en México, la renovación del liberalismo se manifestó como el respaldo del proyecto alternativo de nacionalismo económico adoptado por la élite financiera a lo largo del siglo XX. No obstante, el nacionalismo económico se estableció como ideología que dio soporte a la política económica del Estado. El objetivo de este estudio fue conocer las principales características teóricas y particularidades del modelo neoliberal que le permitieron a los grupos económicos del país y sobre todo a los de Monterrey acumular y reproducir el capitalismo de forma exitosa. La metodología corresponde a una investigación de tipo documental que empleó los métodos histórico-analítico, con alcance descriptivo que se apoyó en fuentes secundarias de información. Los resultados señalan que, las estrategias de crecimiento, activos, estructura corporativa, alianzas y financiamiento de los grupos económicos de Monterrey sustentadas en el modelo neoliberal ubican su papel en la era de la globalización de los mercados, consolidando la reproducción del capitalismo.

Palabras clave: neoliberalismo, política económica, grupos económicos de Monterrey.

Abstract

In its beginnings in Mexico, the renewal of liberalism manifested itself as support for the alternative project of economic nationalism adopted by the financial elite throughout the 20th century. However, economic nationalism was established as an ideology that supported the economic policy of the State. The objective of this study was to know the main theoretical characteristics and particularities of the neoliberal model that allowed the economic groups of the country and especially those of Monterrey to accumulate and reproduce capitalism successfully. The methodology corresponds to a documentary-type investigation that used historical-analytical methods, with a descriptive scope that was supported by secondary sources of information. The results indicate that the growth strategies, assets, corporate structure, alliances and financing of the economic groups of Monterrey supported by the neoliberal model place their role in the era of market globalization, consolidating the reproduction of capitalism.

Keywords: neoliberalism, economic policy, economic groups of Monterrey.


Introducción

El neoliberalismo, como propuesta intelectual, tiene casi un siglo de existencia, pero su origen no siempre fue así. Como cualquier fenómeno histórico, es esencial comprender su evolución a lo largo del tiempo. La historia del mundo occidental vincula al liberalismo con la Ilustración, siendo este su primer antecedente, y posteriormente influyó en las revoluciones de Francia y Estados Unidos, así como en los procesos de indepen-dencia de América Latina.

Es ampliamente conocido que el liberalismo clásico fue objeto de críticas y relegado como una opción viable, especialmente debido a sus impactos evidentes en las precarias condiciones laborales y a las protestas organizadas por movimientos socialistas y sindicatos. La situación social se volvió aún más compleja con la llegada de la Primera Guerra Mundial. La política conocida como laissez-faire, que abogaba por permitir que el mercado operara libremente para lograr el bienestar general, resultó impracticable. En respuesta, el Estado empezó a implementar nuevas legislaciones laborales como un intento de redistribuir los ingresos y expandió su papel más allá de simplemente encargarse de obras y servicios públicos (Smith, 1958).

La irrupción de la Revolución Bolchevique en Rusia en 1917 marcó un cambio significativo, dando paso a un nuevo sistema de producción con un enfoque en la posesión colectiva de los medios de producción. A partir de 1922, con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), este modelo político se expandió globalmente. Simultáneamente, el auge de los partidos comunistas y la propagación del fascismo y el nacionalsocialismo en toda Europa llevaron a que los sistemas parlamentarios quedaran rezagados y buscaran reformas sociales. Esto reflejó la conciencia de la necesidad de revitalizar el liberalismo para lograr mejoras económicas y sociales.

Como consecuencia de la crisis económica de 1929 y la recesión de 1937, se desató un gran desempleo en Europa y Estados Unidos, generando dudas sobre la sostenibilidad del sistema económico de mercado. Para contrarrestar esta situación, se implementaron políticas económicas contracíclicas basadas en la propuesta de John M. Keynes, conocida como el New Deal. Sin embargo, en 1939, estalló la Segunda Guerra Mundial, dejando en segundo plano la iniciativa del Coloquio Lippmann, que un año antes, frente a la crisis del liberalismo, buscaba establecer una nueva agenda para un liberalismo renovado, autodenominado como Neoliberalismo (Escalante, 2019).

En 1947, un grupo destacado de intelectuales, liderados por F. Von Hayek y Albert Hunold, estableció la Sociedad de Mont Pélerin en Suiza, con prominentes miembros como Ludwig Von Mises, Karl Popper y Milton Friedman. Su propósito era reflexionar sobre el Estado y el futuro del liberalismo clásico, expresando una marcada oposición a las teorías de intervención estatal que ganaron terreno tras la Segunda Guerra Mundial, así como a las tesis marxistas. En esta sociedad, convivieron diversas perspectivas sobre el mercado, el papel del Estado, el derecho y la moral (Guillén, 2018).

Como vemos, el neoliberalismo, como ideología económica y política, ha dejado una profunda huella en la estructura y dinámica de las sociedades contemporá-neas. Desde su surgimiento en el siglo XX, ha influido en las políticas económicas de numerosos países, redefiniendo las relaciones entre el Estado, el mercado y la sociedad. En el contexto mexicano, este fenómeno ha permeado diversas regiones, siendo particularmente interesante su impacto en Monterrey, una ciudad que ha sido un epicentro económico en el país.

En ese sentido, Monterrey, la capital del estado de Nuevo León, ha experimentado transformaciones socioeconómicas significativas en las últimas décadas, coincidiendo con la expansión global del neoliberalismo. La ciudad se erige como un caso de estudio fascinante para explorar cómo estas políticas han moldeado su paisaje económico y social. Más allá de las teorías abstractas, examinar cómo el neoliberalismo se ha traducido en acciones y decisiones concretas en Monterrey proporciona una perspectiva tangible sobre los efectos de esta ideología en la vida cotidiana y las estructuras empresariales.

Los grupos económicos de Monterrey, como actores clave en la escena empresarial de México, juegan un papel crucial en la narrativa neoliberal de la ciudad. Estos conglomerados, a menudo conglomerados familiares arraigados en la región, han participado activamente en la reconfiguración de la economía local y nacional. Sus estrategias empresariales, relaciones con el gobierno y posicionamiento en los mercados internacionales reflejan la implementación práctica del neoliberalismo y su adaptación a las dinámicas locales.

Esta investigación documental se propone indagar en la intersección entre el neoliberalismo y los grupos económicos de Monterrey. A través de un análisis exhaustivo de fuentes documentales, buscamos comprender cómo las políticas neoliberales han influido en la toma de decisiones empresariales, la distribución de la riqueza y las dinámicas laborales en la ciudad. Al examinar documentos gubernamentales, informes empresariales y análisis académicos, pretendemos arrojar luz sobre la relación simbiótica entre el neoliberalismo y la élite empresarial en Monterrey. Por tanto, el objetivo de este estudio es conocer las principales características teóricas y particularidades del modelo neoliberal que le permitieron a los grupos económicos del país y sobre todo a los de Monterrey acumular y reproducir el capitalismo de forma exitosa.

Materiales y métodos

Respecto al alcance, este estudio es documen-tal: “ya que se basa en investigar, abordar, examinar, discutir e interpretar datos con el objetivo de aportar nuevos conocimientos” (Arias, 2016, p. 27). Por lo cual, se analizaron fuentes secundarias o documentales (artículos, artículos de periódicos, audiovisuales, otros).

Respecto a los métodos de investigación se emplearon los histórico-analítico, con alcance descrip-tivo, se apoyó en fuentes bibliográficas y electrónicas en donde se realizó una consulta de diferentes autores empleando una lectura sintagmática, es decir, una lectura lineal que relaciona un término con el anterior y con el siguiente para ir construyendo el sentido del texto a fin de lograr el objetivo.

El diseño del estudio es narrativo, Hernández y Mendoza (2018), precisan que este diseño: “se fundamenta en contar una historia, cuyo propósito es narrar una serie de eventos, en la que el investigador interviene para clarificar la cadena de hechos sucedidos” (p. 504). Por lo tanto, se efectuó el análisis del neoliberalismo y los grupos económicos de Monterrey.

Resultados y discusión

Antecedentes históricos del Liberalismo en México

El liberalismo fue adoptado como la ideología principal del Estado durante la época conocida como la República Restaurada. Este enfoque buscaba asegurar el pleno ejercicio de las libertades humanas, como el derecho al trabajo, la asociación, la expresión y la propiedad privada, con el objetivo de favorecer la iniciativa individual (libertad de producción) con la creencia de que esto beneficiaría a la población. Los redactores de la Constitución de 1857, influenciados por las ideas de Adam Smith, otorgaron al Estado un papel muy limitado en el ámbito económico. Por un lado, se excluyó al Estado de cualquier forma de intervención en el proceso productivo, y por otro, se le encomendó establecer las normas de sujeción de los sectores socioeconómicos y se prohibieron los monopolios.

Como consecuencia de la influencia del positivismo y una orientación pragmática adoptada por las élites, se produjo un cambio del Estado liberal a un Estado interventor hacia finales del siglo XIX. Con Justo Sierra a la cabeza, el grupo de los Científicos abogó por la implementación de un gobierno sólido capaz de hacer frente a la inestabilidad política interna y de defenderse ante una posible intervención estadounidense. Este cambio ideológico reflejó una transición hacia una postura más intervencionista, alejándose de los principios liberales previamente predominantes. De tal manera que el positivismo determinaba el rumbo científico para lograr los objetivos liberales, sin ninguna contradicción y así abonar a un liberalismo con una lógica más pragmática que dogmática, con la creación de un Estado fuerte en lo político y centralizado en lo económico (Quintanar, 2015).

En 1909, Andrés Molina Enríquez, destacado positivista de la época, sostiene que el Estado “está diseñado como una entidad de organización política donde las relaciones sociales, tanto internas como externas, se han concretado en leyes codificadas” (Molina, 2016, pág. 446). Según esta perspectiva, es responsabilidad del Estado abordar los grandes desafíos nacionales, comenzando por la problemática agraria que, a pesar de las leyes impulsadas durante la era juarista, aún mantenía la consolidación de grandes extensiones de tierra. La intervención estatal se consideraba esencial para resolver cuestiones no abordadas por la Reforma, como la propiedad, el crédito, la irrigación, la población y la política, entre otras, factores que contribuyeron al declive del Porfiriato.

La Revolución Mexicana sentó las bases ideológicas e institucionales que respaldaron legal y socialmente la conceptualización de un pensamiento económico heterodoxo. Este enfoque se concretó en una política económica anclada en el nacionalismo y en la función reguladora del Estado sobre el mercado, a pesar de no constituir un paradigma hegemónico.

Por otra parte, posterior a la Segunda Guerra Mundial, la planificación con intervención gubernamental se volvió prevalente en la mayoría de los países del Tercer Mundo. En México, este enfoque se materializó a través de la política económica cardenista, también reconocida como el Plan Sexenal. Sin embargo, una élite se opuso a esta política y procuró establecer una corriente intelectual que abogara por el neoliberalismo. En el contexto mexicano, esta corriente fue impulsada por Luis Montes de Oca, respaldado por las ideas de Von Mises y Von Hayek.

Debido a su estrecha vinculación con Von Mises, se le propuso a Luis Montes de Oca brindar asesoría intelectual a la élite política a través de un proyecto educativo de gran relevancia en el país: el Instituto Tecnológico de México, posteriormente renombrado como Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Este proyecto contó con el respaldo de la Asociación de Banqueros de México, presidida por el destacado empresario mexicano Raúl Bailléres, así como con la colaboración de la Cámara de Industria Minera.

La postura nacionalista, en su vertiente económica, adoptaba una política que obstaculizaba el incremento del ahorro y la formación de capital. Caracterizada por su naturaleza proteccionista e impositiva, esta perspectiva no se presentaba como la opción más idónea para abordar las demandas de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. Por el contrario, Ludwig von Mises abogaba por una recons-trucción económica fundamentada en el paradigma del libre comercio.

Tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, el presidente Miguel Alemán consolidó la intervención estatal en la economía a través de la Ley de Atribuciones al Ejecutivo en Materia Económica (1950), centrando sus esfuerzos en el proceso de industriali-zación del país. Empresarios, banqueros y destacadas personalidades de los sectores público y privado lideraron el proyecto liberal al fundar la Asociación Mexicana de Cultura, A.C. Esta asociación atrajo a importantes empresas a sus filas, incluyendo a la Cervecera Moctezuma y la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, así como a siete de los principales bancos y otras empresas con sede en Monterrey.

De acuerdo con los registros del ITAM (1996) destacan entre sus integrantes:

Aarón Sáenz, Aníbal de Iturbide, Antonio Díaz Lombardo, Antonio Martínez Báez, Bernabé A. del Valle, Carlos Gómez y Gómez , Carlos Novoa, Carlos Trouyet, Eduardo García Máynez, Emilio Souberville, Enrique González Rubio, Ernesto Amezcua, Evaristo Araiza, Federico T. de Lachica, Fernando A. González, Fernando Orozco, Guillermo Barroso, Gustavo R. Velasco, Hipólito Signoret, José de la Mora, Julio Lacaud, Luis Montes de Oca, Manuel Sandoval Vallarta, Manuel Senderos, Manuel Ulloa, Mariano Alcocer, Mario Domínguez, Noé Graham Gurría, Pedro Maus, Rogelio Azcárraga, Salvador. Ugarte, Virgilio Domínguez y Miguel Palacios Macedo. (p. 3)

Por su parte, Gustavo R. Velasco, discípulo y sucesor de Montes de Oca, desempeñó un papel fundamental como defensor activo del desarrollo de la corriente liberal. Desde la Asociación, se difundieron y promovieron las doctrinas liberales, principalmente las derivadas de la Escuela Austriaca. Progresivamente, se unieron al movimiento grupos empresariales que se sentían marginados por la implementación de políticas económicas surgidas de las demandas de la Revolución mexicana, especialmente aquellas relacionadas con procesos de nacionalización y políticas sociales.

Para contrarrestar estas políticas, se establecie-ron instituciones destinadas a combatirlas y a difundir las políticas y teorías liberales. Se buscó fortalecer una economía de mercado en América Latina, donde, en la década de 1960, se formó una sociedad de 11 instituciones con presencia en países como Argentina, Colombia, Perú y Venezuela. En México, se unieron a la corriente liberal instituciones como el Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas, A.C., el Instituto de Estudios Económicos y Sociales, el Instituto Cultural Ludwig Von Mises, A.C. y el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.

Sin embargo, las propuestas de la corriente liberal para superar el atraso económico chocaban con el contexto histórico de México y la situación económica internacional en la década de 1950. Su crítica principal se dirigía hacia las políticas de expansión del crédito y protección nacionalista de la industria, así como la defensa de los derechos laborales consagrados en la constitución. También cuestionaban la regulación de las relaciones entre el capital y el trabajo, así como las medidas de bienestar social.

La propuesta liberal pugnaba por promover una acumulación del capital de forma progresiva que incrementaría marginalmente la productividad de la fuerza de trabajo y de esa forma ascenderían los niveles salariales. De acuerdo con Romero (2016) se otorgaba mayor importancia al fomento de la industrialización sin la protección del mercado nacional; a la protección de la propiedad privada; de tal manera que garantizaba la defensa del individuo frente al interés colectivo y a la intromisión estatal.

El neoliberalismo en México tiene raíces profundas, surgiendo de la generación de liberales que buscaban una alternativa al cardenismo, y estas raíces se remontan a las décadas anteriores a su implementación en la década de 1980. No obstante, de manera contrapuesta, también emergieron grupos económicos que se beneficiaron de las políticas económicas y gubernamentales, entre ellos los grupos económicos de Monterrey.

Políticas liberales implementadas en Monterrey

Durante la fase inicial de la industrialización nacional, surgieron diversos grupos económicos que sentaron las bases para el establecimiento de fábricas orientadas a la manufactura, respaldadas por institucio-nes bancarias para su financiamiento. Estos grupos se formaron a partir de relaciones sociales arraigadas en identidades étnicas y regionales. Un ejemplo ilustrativo es el desarrollo de la incipiente industria en Monterrey, donde familias de origen español y mexicanos de primera generación se unieron para tejer una red de negocios regional. Según Cerutti (1992), algunas de estas familias clave fueron Armendáriz, Belden, Calderón-Muguerza, Ferrara, Hernández-Mendirichaga, Madero, Milmo, Riveo, Sada-Muguerza-Garza y Zambrano.

Surgió además una nueva elite de comerciantes financieros, quienes lograron acumular gracias a la fusión del comercio y las finanzas, entre ellos Antonio Basagoiiti quien participó en la creación de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de México, S.A., conocida como Fundidora Monterrey en 1900, en la cual Basagoiiti aportó el 21 % del capital semilla y el 79% restante los empresarios: Eugene Kelly, Patricio Milmo, y León Signoret. Antonio Basagoiti otorgó poderes a Adolfo Prieto y a Manuel Basagoiti para administrar la empresa cuando se ausentaba del país; con el tiempo, Prieto se convirtió en gerente y el verdadero dueño de la acerera (Marichal, 1999).

En la fase prerrevolucionaria, la amplitud de las redes sociales del porfiriato facilitó a los grupos económicos, en un contexto de limitado financiamiento externo, la consolidación de capital necesario para establecer grandes empresas. Este proceso se llevó a cabo mediante bajos costos de transacción y vínculos burocráticos, aprovechando políticas gubernamentales que propiciaban exenciones fiscales y protección arancelaria para diversas actividades productivas (Chavarín, 2011).

Según Collado (2004), durante el periodo porfirista, el Estado aplicó de manera discrecional el laissez-faire, utilizando políticas como protección arancelaria, subsidios y exenciones fiscales dirigidas a las empresas de la élite capitalista. Este enfoque resultó en la consolidación de un mercado caracterizado por la competencia imperfecta, con la presencia de monopolios y oligopolios protegidos, lo que condujo a la creación de una industria ineficiente con una considerable capacidad instalada ociosa.

A estas condiciones se sumaba un mercado limitado de bienes finales e intermedios, que no permitía el aumento necesario de las inversiones para el modelo de plantas industriales seleccionado. Además, el Estado adoptaba una postura liberal, sin atender las demandas de los sectores obrero y campesino.

El periodo comprendido entre 1911 y 1930 está marcado por el conflicto armado de la Revolución Mexicana y el posterior enfrentamiento entre las facciones vencedoras. La década de 1920 se distinguió por la formulación y aplicación de medidas políticas y económicas destinadas a forjar un Estado moderno.

Durante el periodo posrevolucionario, la industria-lización, que se inició en la década de 1930 bajo la administración del general Cárdenas, dio lugar a reformas en las instituciones políticas y socioeconómicas que impactaron en las prácticas empresariales. En este contexto, los empresarios comenzaron a emplear la estrategia conocida como compañía tenedora (Holding) para tener control sobre la dirección de las demás empresas que formaban parte de un grupo económico.

En el caso del Grupo Monterrey, se puede destacar su primera empresa, la Cervecería Cuauhtémoc, establecida en 1890. Posteriormente, en 1909, fundaron Vidriera Monterrey y en 1936 crearon su primera sociedad controladora (Holding): Valores Industriales, S.A. (VISA), la cual estaba integrada por 12 compañías, abarcando diversos sectores como el abastecimiento de insumos para la cerveza, como malta y cartón, además de la Compañía General de Aceptaciones (Pérez, 2019).

Durante el periodo del modelo de sustitución de importaciones, que abarcó desde 1931 hasta 1950, se impulsó la creación de empresas dedicadas a la fabricación de bienes de capital y bienes de consumo destinados a la industria ligera, aprovechando un mercado doméstico cautivo. En la década de los cuarenta, el Grupo Monterrey amplió su presencia con la incorporación de Hojalata y Lámina (HYLSA) en 1942, y Celulosa y Derivados (CYDSA) en 1945. El grupo económico empleó estrategias de creación y adquisición de empresas para su expansión y consolidación, llegando a ser, para principios de la segunda mitad del siglo XX, la asociación empresarial más destacada en la economía nacional.

Durante la siguiente etapa de la evolución de los grupos industriales, que abarcó de 1951 a 1970, se observaron varios desarrollos significativos. En primer lugar, se registró un aumento en las inversiones provenientes del extranjero a través de filiales de grandes empresas transnacionales o en asociación con el capital mexicano. En segundo lugar, se intensificó la producción de insumos esenciales como maquinaria y equipo para el sector. Además, se dio la irrupción de artículos finales destinados a las clases medias y populares, marcando una diversificación en la oferta de productos. Por último, se evidenció una explotación intensiva del mercado nacional.

Para Cordero et al. (1983), en 1973 en el país se gestaron otras políticas liberales que buscaron homogenizar la red de negocios bajo la figura de empresa tenedora (holding), que hasta ese momento poseían sólo poco más del 20 % de las empresas al interior de los 50 grupos industriales más grandes.

Adicionalmente, el Estado implementó incentivos fiscales para las empresas controladoras al consolidar la deuda tributaria de todas sus subsidiarias. Esto permitió igualar las utilidades de una subsidiaria con las pérdidas de otra, generando ahorros sustanciales en el pago de impuestos. Como resultado de esta política liberal, en 1979 se contabilizaron 39 compañías controladoras entre las 500 empresas más grandes del país, cifra que aumentó a 90 al año siguiente.

Como consecuencia de la política liberal, se observa la transición de una estructura empresarial descentralizada a una centralizada, donde el capital se concentra durante la etapa posrevolucionaria. En Monterrey, esta tendencia se intensifica al adoptar una estrategia de integración vertical alternada desde sus inicios, complementada con integración horizontal, la formación de holdings y la diversificación productiva de las empresas.

Conforme a Cordero et al. (1983), los grupos económicos de Monterrey lograron beneficiarse de las políticas liberales gracias a su capacidad organizativa y administrativa. A partir de 1960, dependieron de los respaldos estatales que incluían reducciones fiscales, subsidios, incentivos fiscales, contratos y otras medidas económicas, lo que implicó la transferencia de considerables recursos públicos del Estado al sector privado.

Según Vellinga (1988), el éxito económico de la fracción Monterrey ha estado vinculado a un impulso empresarial consciente de sus intereses y aspiraciones hegemónicas, respaldado por la construcción de su propio pensamiento de clase conocido como liberal-autoritario. Esta perspectiva promueve el liberalismo económico mientras busca resguardar el orden político establecido, según las ideas de Concheiro et al. (1979). El Grupo Monterrey, evaluado como radical por Tirado y Luna (1986), se caracteriza por agrupar a empresarios que defienden el liberalismo económico y se oponen al intervencionismo estatal y al discurso populista.

Proceso estructural de ajuste económico nacional: neoliberalismo

En 1982, México enfrentó una profunda crisis impulsada por un enfoque de crecimiento basado en los ingresos generados por la exportación de petróleo. Estos ingresos, provenientes de Petróleos Mexicanos, constituían aproximadamente el 50 % de los ingresos públicos, y su disminución se debió al descenso de los precios internacionales del petróleo en la segunda mitad de 1981, el aumento significativo de la inflación y la considerable fuga de capitales. Esta combinación de factores desencadenó una serie de devaluaciones y moratorias de pago por deuda entre los meses de febrero y agosto de 1982./font>

Antes de la crisis de 1982, las empresas adoptaban la diversificación productiva como su estrategia principal de crecimiento. Esta estrategia les permitía participar en diversos mercados, asegurando un aumento en los niveles de ventas y ofreciendo una medida de protección contra los posibles efectos adversos de una crisis. Sin embargo, frente al aumento de la oferta de instrumentos financieros con tasas de interés bajas, los grupos empresariales adquirieron deudas sin evaluar adecuadamente sus posibilidades reales de pago.

La Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey no escapó al proceso de ajuste que comenzó con la crisis de la deuda externa en 1982. Su situación se vio afectada por la carga de deuda financiera, la devaluación económica y una serie de desafíos sindicales y productivos. Estos factores, en conjunto, llevaron a justificar la quiebra y, finalmente, al cierre de la que había sido la primera industria siderúrgica de América Latina cuatro años después (Cerutti, 2000).

Los prominentes grupos económicos, como Alfa, Vitro, Cydsa y Cemex, enfrentaron su deuda externa apoyados por el programa de rescate estatal conocido como Fideicomiso de Cobertura de Riesgos Cambiarios (FICORCA) y mediante estrategias de acumulación implementadas entre 1974 y 1982. Estas tácticas no solo les permitieron superar los desafíos de endeudamiento externo, sino que también se convirtieron en su fortaleza para una nueva fase de recuperación productiva y reestructuración en la década de 1990. Durante este período, los grupos económicos reorganizaron sus activos en función de la racionalidad económica, aprovechando el mercado interno limitado, orientando parte de su producción hacia la exportación y realizando ajustes estratégicos como adquisiciones, ventas (desinversiones), cierres de negocios, asociaciones y fusiones.

Se dio inicio al proceso de transición de una economía orientada principalmente al mercado nacional hacia una de libre mercado con interacción en el ámbito internacional. Este cambio se llevó a cabo mediante la implementación del Plan Inmediato de Reordenación Económica (PIRE) durante el periodo de 1983 a 1985. Este plan marcó el comienzo de la liberalización del régimen de importaciones, representando una intervención estatal que puso fin a cuatro décadas de mercado cautivo y proteccionismo (Baena, 2005).

Durante el periodo de 1982 a 1998, se evidenció un descenso en la industrialización enfocada en la sustitución de importaciones, coincidiendo con la inserción de la economía mexicana en la economía mundial. Este lapso se caracterizó por la búsqueda del crecimiento orientado hacia el exterior o de enfoque neoliberal.

En las dos últimas décadas del siglo XX, las reformas económicas llevaron a un paulatino deterioro de la intervención estatal en la economía, beneficiando a la élite empresarial de Monterrey y reconfigurando la élite privada en México. Simultáneamente, los grupos económicos de Monterrey cambiaron su enfoque de exportación a la búsqueda de la producción en otros países, lo que conllevó a una reconfiguración de los sistemas productivos y financieros a nivel internacional (Pozas, 2000).

Como deudor frente al capital internacional y bajo la influencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial de Desarrollo (BMD), el Estado mexicano se comprometió a seguir una serie de directrices para establecer una economía de libre mercado. Esto se formalizó a través de una Carta de Intención, la cual delineó los pasos para la recuperación económica. Estos compromisos se plasmaron en el primer Plan Nacional de Desarrollo y la firma del Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (18 de junio de al 31 de marzo de 1990). Este pacto convocó a grupos empresariales, en su mayoría provenientes de los sectores industrial y financiero, así como a líderes de las centrales obreras, marcando un cambio hacia una política económica fundamentada en la lógica del neoliberalismo (Comercio Exterior, 1989).

Los pactos diseñados para abordar las causas arraigadas de la inflación alcanzaron su objetivo a mediados de los noventa, logrando reducir los niveles de inflación a un solo dígito. Debido a este éxito, este tipo de pactos dejaron de ser firmados hasta el más reciente, el Paquete contra la Inflación y la Carestía (PACIC) en 2021 (Monserrat & Chávez, 2003).

Según Pozas (2003), la reforma económica de la última década del siglo XX se gestó a través de la colaboración entre el sector empresarial y el gobierno, adoptando una perspectiva neoliberal. Aunque facilitó el acceso de los principales grupos económicos, especialmente los de Monterrey, al mercado global, no logró aprovechar los resultados para promover un desarrollo equitativo en el país. La privatización bancaria y la crisis financiera de 1995-1996 obstaculizaron un mejor rendimiento general de la economía mexicana.

Las demandas de la economía mundial obligaron a los grupos económicos de Monterrey a: a) adaptarse a la dinámica neoliberal impuesta por los países desarrolla-dos; y b) establecer una nueva forma de asociación entre los sectores público y privado.

Desde luego, los empresarios regiomontanos y de otras fracciones del capital en México adoptaron de manera generalizada las principales propuestas del programa neoliberal que se implementó durante las administraciones de Miguel de la Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Como resultado de esta práctica, el empresariado, especialmente del sector financiero, las empresas transnacionales y los grandes grupos económicos, se vieron beneficiados. Se estableció un nuevo pacto entre las cúpulas política y económica, reconfigurando la dimensión social del Estado, ya que los empresarios monopolizaron prácticamente toda la oferta de bienes y servicios, incluso aquellos de naturaleza social (Olave, 2003).

Según Garrido (1988), un sector de poder se constituyó como un grupo que gradualmente ingresó al aparato estatal. Sus miembros ocuparon diversos cargos en los dos gabinetes presidenciales (1982-1988; 1988-1994) y asumieron el liderazgo en la dirección de la política económica. Estos individuos de la élite provenían principalmente de la alta burocracia pública, con vínculos en la gestión monetaria y financiera.

En el periodo de sustitución de importaciones, el modelo de industrialización y el de acumulación se alinearon; sin embargo, aquellos grupos que no se adhirieron a ellos surgieron a raíz de la consolidación financiera, especialmente alrededor de los grupos bancarios. Su influencia en la economía se deriva de la asignación selectiva de crédito a los grupos económicos (Puga, 1993).

Los 121 empresarios, que incluyen a los propietarios de los grupos económicos de Monterrey, provenientes de las empresas con mayor interacción en el mercado externo, se reorganizaron en estructuras cupulares como la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, la Asociación Mexicana de Casas de Bolsa, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y la nueva Asociación de Banqueros, como resultado del modelo de privatización y fomento (Valdés, 1997).

El nuevo "liberalismo social", entendido como el neoliberalismo en su versión mexicana, no logró superar la crisis económica nacional. El sector financiero se vio gravemente afectado debido a las altas tasas de carteras bancarias vencidas, lo que resultó en un aumento de las tasas de interés. En un intento de rescatar a la banca, el gobierno transfirió su deuda al erario público e implementó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), que posteriormente se transformó en el Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB). Ambos mecanis-mos de rescate tuvieron un costo financiero elevado, lo que resultó en una severa restricción presupuestaria del gasto público y exacerbó la polarización del ingreso.

La crisis financiera nacional desencadenó efectos adversos en la relación de México con los países vinculados al intercambio, la liquidez y la solvencia, conocido como el "efecto tequila". Para contrarrestar los impactos disruptivos en México, la administración de Clinton respaldó al gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000) con nuevos préstamos, constituyendo así un "rescate financiero" de 50 mil 759 millones de dólares, respaldado por la garantía de los ingresos petroleros, lo que resultó en un aumento significativo de la deuda pública.

Durante su sexenio (2000-2006), Vicente Fox evidenció un "gobierno de empresarios para empresa-rios", según sus propias palabras, al consolidar una política neoliberal. Esto se reflejó en la integración de destacados miembros de su gabinete, como Salvador Abascal, exlíder de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), designado primero como secretario del Trabajo y luego como secretario de Gobernación. Además, Javier Usabiaga Arroyo, conocido como "el rey del ajo", ocupó el cargo de secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA).

Durante la administración panista de Felipe Calderón (2006-2012), el presidente y sus aliados se aferraron a mantener el modelo neoliberal. Calderón defendió sin cambios el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), amparándose en la retórica del libre mercado y la estrecha relación con Estados Unidos (Bermúdez, 2009).

La crisis financiera que se originó en Estados Unidos a principios de 2007, y que estalló con fuerza en 2008, tuvo un impacto significativo en las ventas totales de varios grupos económicos de Monterrey. Esta situación afectó sus ingresos y generó serias dificultades financieras que les impidieron hacer frente a sus deudas. Por esta razón, entre 2009 y 2011, grupos como Vitro y Cemex se vieron obligados a iniciar la venta de activos ubicados en el extranjero para poder hacer frente y reestructurar sus compromisos financieros. Vitro, por ejemplo, eliminó su división de envases de bebidas, en la que era líder en México, y redujo su presencia internacional, centrándose en fortalecer sus divisiones de construcción y automotriz.

No obstante, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, los grupos económicos experimentaron una recuperación significativa gracias a la persistente bonanza proporcionada por el neoliberalismo. Renovaron sus procesos de expansión y centralización tanto a nivel nacional como internacional, impulsando el crecimiento de sus activos. Esta estrategia incluyó la fundación y adquisición de empresas filiales en México y en el extranjero, asegurando así una capacidad de superviven-cia frente a posibles dificultades financieras a través de los ingresos generados por la venta de dichos activos. Hasta 2015, Cemex mantenía 40 subsidiarias industriales distribuidas en 31 países de cinco continentes (Basave y Bravo, 2020).

En la lógica del capitalismo, según la teoría neoliberal, las reformas estructurales se presentan como imperativas para superar el subdesarrollo y avanzar hacia la modernización, especialmente en momentos de crisis. Según Sotelo (2014), estas reformas se han materializado a través de políticas populistas respaldadas por alianzas de clases promovidas por el Estado. En este contexto, los gobiernos desarrollistas dieron origen a los Pactos de Solidaridad, mientras que los gobiernos neoliberales no solo continuaron implementando estos pactos, sino que también profundizaron en políticas privatizadoras y de austeridad, en consonancia con las directrices de organismos internacionales.

Las grandes corporaciones o grupos económi-cos, gracias a su poder económico, ejercen una influencia significativa al establecer: a) la dirección y ejecución de la política, b) la determinación de los instrumentos jurídicos e institucionales que les aseguren beneficios, y c) la capacidad de deslindarse de sus responsabilidades frente a las afectaciones a la sociedad y al medio ambiente derivadas de su proceso productivo (Cárdenas, 2016).

En la figura 1 se exhibe la evolución histórica de los activos de los principales grupos económicos de Monterrey en el periodo 2000-2020. Se observa una tendencia general al alza; sin embargo, los casos de Cemex y Femsa presentan un comportamiento estocástico debido a sus procesos de reestructuración y optimización de activos. Por otro lado, destaca el Grupo Alfa por registrar el mayor crecimiento en los últimos veinte años, mientras que Cydsa, Vitro, Xignux, Lamosa y Gruma mantienen niveles menores, pero con un crecimiento constante.

Figura 1
Valor de los principales activos de los grupos de Monterrey (2000-2020)


Nota: La figura presenta la evolución histórica de los activos de los principales grupos económicos de Monterrey en el periodo 2000-2020. Fuente: elaboración propia con base en números anuales de la revista Expansión.

Conclusión

A lo largo del siglo XX, los grupos económicos de Monterrey consolidaron su liderazgo en un período de crecimiento industrial y desarrollo urbano en México. Dentro del marco del modelo de sustitución de importaciones, el crecimiento del mercado nacional y la política proteccionista del gobierno establecieron condiciones ventajosas que propiciaron la inversión de grandes capitales, tanto regionales, destacando los de Monterrey, como nacionales y extranjeros. Este entorno propició que estas entidades económicas adquirieran un papel fundamental en la configuración del panorama económico del país, influyendo significativamente en su desarrollo industrial y comercial. La combinación de factores como la expansión del mercado interno y las políticas gubernamentales generó oportunidades estratégicas que permitieron a los grupos económicos de Monterrey consolidar su presencia y contribuir de manera destacada al desarrollo económico nacional.

Durante el siglo XX, los grupos económicos de Monterrey consolidaron su liderazgo en un periodo de significativo crecimiento industrial y urbano en México. En el contexto del modelo de sustitución de importaciones, el incremento del mercado nacional y la política guberna-mental proteccionista propiciaron condiciones favorables para la inversión de grandes capitales, incluyendo los provenientes de Monterrey, así como inversionistas nacionales y extranjeros. Este escenario permitió a estos grupos económicos desempeñar un papel crucial en la configuración del paisaje económico, ejerciendo una influencia importante en el desarrollo industrial y comercial del país. La combinación de la expansión del mercado interno y las políticas gubernamentales creó oportunidades estratégicas que contribuyeron al fortalecimiento y liderazgo de los grupos económicos de Monterrey en el panorama económico nacional.

Tras la crisis de 1982, los grupos económicos de Monterrey experimentaron una reconfiguración, adoptan-do estrategias de expansión internacional. Este proceso se vio favorecido por el modelo económico neoliberal, que orientó las políticas hacia una economía abierta y desregulada. Estas políticas incentivaron el liderazgo de los grupos económicos, adaptándose a las demandas de la nueva dinámica competitiva a nivel internacional. La consolidación de estos grupos se llevó a cabo en un contexto que favoreció la adaptabilidad y la capacidad de respuesta a las exigencias de una distribución competitiva global.

La concentración monopólica y oligopólica, inherente al capitalismo, se manifiesta en la constante búsqueda de ganancias. En el contexto del modelo neoliberal, los grupos económicos de Monterrey han evolucionado adoptando estructuras corporativas cada vez más complejas para asegurar su posición dominante en el escenario económico.

Fuente de financiamiento

La presente investigación fue autofinanciada.

Contribución de los autores

B.P.S. y A. N. L.: Recolección de información, Análisis, Redacción final.

Conflicto de Interés

Los autores declaran no presentar conflicto de interés.

Referencias bibliográficas

Arias, F. (2016). El Proyecto de investigación. Introducción a la Metodología Científica. 7° Edición. Episteme.

Baena, G. (2005). Estructura Socioeconómica de México. Publicaciones Cultural.

Basave, J., & Bravo, E. (2020). Sobreendeudamiento privado, ¿Fin de un ciclo expansivo empresarial? Tres casos. En E. Correa, Neoliberalismo, utopías y financiamiento en México (págs. 75-103). México: IIEc UNAM.

Bermúdez, R. (2009). Metamorfosis Nacional, Las transformaciones en México: antecedentes y cambio del Estaddo Benefactor al Estado Neoliberal. FCPyS UNAM.

Cárdenas, J. (2016). El modelo jurídico del neoliberalismo. IIJ UNAM.

Cerutti, M. (1992). Burguesía, capitales e industria en el norte de México, Monterrey y su ámbito regional. Alianza Editorial/UANL.

Cerutti, M. (2000). Propietarios, empresarios y empresa en el norte de México de 1848 a la globalización. Siglo XXI Editores.

Chavarín, R. ( 2011). Los Grupos Económicos en México a partir de una tipología de arquitectura y gobierno corporativo. Trimestre Económico, 193-234. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2448-718X2011000100193

Collado, M. (2004). Los empresarios y la politización entre la economía entre 1876 y 1930: un recuento histográfico. Revista Secuencia, Nueva Época, N° 4, 51-92. https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i46.676

Comercio Exterior. (1989). Sección Nacional. Banco Nacional de Comercio Exterior.

Concheiro, E., Fragoso, J., & Gutiérrez, A. (1979). El poder de la burguesía. Ediciones de Cultura Popular.

Cordero, S., Santín, R., & Tirado, R. (1983). El poder empresarial en México. Terra Nova.

Escalante, F. (2019). Historia Mínima del Neoliberalismo. El Colegio de México.

Garrido, C. (1988). El liderazgo de las grandes empresas industriales mexicanas. En W. Peres, Grandes empresas y grupos industriales latinoamericanos. Siglo XXI Editores.

Guillén, H. (2018). Los orígenes del neoliberalismo: del Coloquio de Lippmann a la Sociedad del Mont-Pélerin. Economiaunam, 15(43), 7-42. https://doi.org/10.22201/fe.24488143e.2018.43.381

Hernández, R., & Mendoza, C. (2018). Metodología de investigación. Las rutas cuantitativa, cualitativa y mixta. McGRAW-HILL.

ITAM. (1996). Instituto Tecnológico Autónomo de México. Obtenido de Ceremonia Conmemorativa de los 50 años del Instituto Tecnológico Autónomo de México: https://www.itam.mx/documentos-itam/50aniversario.pdf

Marichal, C. (1999). De la Banca Privada a la Gran Banca. Antonio Basagoiti en México y España 1880-1911. Historia Mexicana, 48(4), 767-793. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2788842

Molina, A. (2016). Los Grandes Problemas Nacionales. INEHRM.

Monserrat, H., & Chávez, M. (2003). Tres modelos de política económica en México durante los últimos sesenta años. Análisis Económico, 55-80. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=41303703

Olave, P. (2003). Chile: neoliberalismo, pobreza y desigualdad. IIEc UNAM/Miguel A. Porrúa.

Pérez, B. (2019). Grandes Corporativos de la Fracción Monterrey. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Pozas, M. (2000). Las empresas regiomontanas y la nueva economía. En J. Basave, Empresas ante la globalización. México: IIEc-UNAM.

Pozas, M. (2003). Las grandes empresas industriales en México: evaluación y perspectivas a diez años de su reconversión. Estudios Sociológicos.

Puga, C. (1993). Empresarios y Poder. FCPyS UNAM.

Quintanar, L. (2015). Entre liberalismo y nacionalismo en México. El pensamiento económico de José Yves Limantour (1982-1911). Economía, 189-212.

Romero, M. (2016). Los orígenes del neoliberalismo en México. La Escuela Austriaca. Fondo de Cultura Económica.

Smith, A. (1958). Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Fondo de Cultura Económica.

Sotelo, A. (2014). México (re)cargado. Dependencia, neoliberalismo y crisis. Ediorial Itaca/FCPyS UNAM.

Tirado, R., & Luna, M. (1986). La politización de los empresarios (1970-1982). En J. Labastida, Grupos Económicos y Organizaciones Empresariales en México. Alianza Editorial Méxica/UNAM.

Valdés, F. (1997). Los empresarios, la política y el Estado en México. Siglo XXI Editores/UNAM.

Vellinga, M. (1988). Desigualdad, poder y cambio social en Monterrey, Siglo XXI, México. Editorial Siglo XXI.


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons