ENSAYOS

Revista de Investigación Valdizana, ISSN: 1995 - 445X (Versión Digital)
https://doi.org/10.33554/riv.16.1.1310

Violencia psicológica contra la mujer en la narrativa regional andina

Psychological violence against women in the Andean regional narrative

 

Pío Rodríguez-Berroca1,*,a

1Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho, Perú

E-mail: *jose.rodriguez@unsch.edu.pe

Orcid ID: ahttps://orcid.org/0000-0002-7717-6077


Recibido el 07 de noviembre de 2021

Aceptado para publicación: 28 de enero de 2022


Resumen

El propósito es mostrar los elementos humorísticos y machistas, como formas de la violencia psicológica contra la mujer, en el discurso literario del libro Taita Serapio (2004)1. En los relatos destacan el humor con que se aderezan las historias y el machismo como vías poderosas para atentar contra la integridad psicológica de la mujer. El personaje macho encarnado en Taita Serapio, individuo socarrón y pervertido, ve en cada mujer un instrumento de satisfacción sexual y burla. En esencia, Taita Serapio es caracterizado como un personaje con ciertas desviaciones sexuales llegando a un vago exhibicionismo. En este trabajo, se aplica la crítica y el análisis literario para mostrar de qué manera Zuzunaga construye el humor, de la mano con el machismo, a partir de lo grotesco o intrascendente en las circunstancias y en las controversias de los protagonistas. Fundamentalmente, el estudio se orienta por el conducto de la teoría de la crítica literaria psicoanalítica, además, de la teoría antropológica, para analizar los tópicos planteados.

Palabras Clave: violencia psicológica, narrativa regional, narrativa andina.

Abstract

The purpose is to show the humorous and sexist elements, as forms of psychological violence against women, in the literary discourse of the book Taita Serapio (2004)1. In the stories, the humor with which the stories are seasoned and machismo stand out as powerful ways to attack the psychological integrity of women. The male character embodied in Taita Serapio, a sarcastic and perverted individual, sees in each woman an instrument of sexual satisfaction and mockery. In essence, Taita Serapio is characterized as a character with certain sexual deviations reaching a vague exhibitionism. In this work, literary criticism and analysis are applied to show how Zuzunaga constructs humor, hand in hand with machismo, from the grotesque or inconsequential in the circumstances and in the controversies of the protagonists. Fundamentally, the study is oriented through the theory of psychoanalytic literary criticism, as well as anthropological theory, to analyze the topics raised.

Keywords: psychological violence, regional narrative, Andean narrative.


Introducción

En términos generales, la violencia “es entendida como como un comportamiento por acción u omisión que, por medio de diversas modalidades físicas, emocionales y verbales, persigue imponer su dominio y lograr el sometimiento de los demás” (Ayala, 2018, p. 97). Imponer dominio y someter a los demás, lleva consigo la imposición del poder por el agresor y la sumisión de la víctima.

Hablar sobre la violencia que agravia a las mujeres es considerar a la mujer como la protagonista del mito griego Atlas, gigante que sostiene y carga el mundo. Así la mujer carga la violencia contra ella, pero no tiene un punto de apoyo, flota, al parecer, en la nada o vacío total, porque en el mundo no encuentra respuesta humana, para desterrar este fenómeno violento, venido del sexo opuesto. Perela (2010) sostiene que “la violencia contra la mujer ha existido siempre, manifestándose de muy distintas maneras, si bien actualmente se ha convertido en un problema de primer orden” (p. 354). Es así que, la mujer ha soportado la violencia contra ella desde siempre, en un mundo vacío y absoluto, donde no tiene en qué apoyarse, salvo honrosas excepciones.

La violencia de género, específicamente en agravio de las mujeres, es una manifestación que tiene diversas causas respaldadas por ciertas organizaciones de poder y dominación que constituyen el sistema social patriarcal. De acuerdo con ello, la violencia contra la mujer alcanza diferentes modalidades: física, sexual, económica, estructural, psicológica, etc. perpetradas en el interior de la parentela y en la comunidad.

De las modalidades mencionadas, la violencia física deja huellas palpables y palmarias, mientras la violencia psicológica, es lo contrario, pero sus secuelas paulatinamente degradan la potencia intelectual de la dañada. La violencia psicológica, enlazada o no al maltrato físico, va causando un daño o perjuicio mental gradual que termina con una serie de signos y síntomas psicológicos, como la disminución de la autoestima, figura corporal deformada, trastornos neurovegetativos, entre otros (Walker, 2012).

En un sentido general, se considera violencia psicológica contra la mujer, por ejemplo, vociferar o elevar la voz en presencia de otros o sin ellos, las injurias, los chantajes, las burlas que las ponen en ridículo, las actitudes machistas e irrespetuosas que inciten una disminución de la autoestima y subestimación (García y Del Carpio, 2000). Esto quiere decir, es el maltrato ejercido de manera repetida, mediante un com­portamiento moral que produce o puede producir lesiones psíquicas (García, 2000). Por su parte, Garrido (2001), considera diferentes categorías de violencia psicológica: la humillación, el lavado de cerebro, el aislamiento y dejar a la maltratada sin dinero. En resumidas cuentas, esta violencia se emparenta “con la coacción moral, la amenaza, la intimidación, la presión psicoló­gica que atemoriza y perturba la tranquilidad y la seguridad de la víctima. Igualmente, las humillaciones, vejaciones, insultos y menosprecio” (González, 2000, p. 19).

La literatura es un campo muy fértil para desarrollar asuntos relacionados con la problemática social, económica, psicológica, etc. Es así que, en los diversos textos literarios producidos por escritores peruanos se patentizan estos hechos narrados desde diferentes perspectivas e intereses contextuales. Quiere decir que “cuando se realiza un recorrido a través de la historia del hombre se percibe que la violencia ha constituido un eje fundamental en la producción literaria” (López-Saravia, 2021, p. 121).

La literatura peruana, en conjunto, según Espino (2018), aparece como una entelequia o asunto irreal, por tal afirma “que resulta productivo y más complejo su plural, literaturas peruanas” (p. 100). Este planteamiento es la confirmación de la propuesta de Cornejo Polar acerca de la diversidad de conflictos y las controversias, sobre la base del pensamiento de Carlos García-Bedoya (2012), para quien la nación es una “entidad plural, heterogénea, diversa” (p. 151).

El sustento teórico precedente es punto de apoyo para Espino (2018), acerca de la literatura peruana como sistema único, si se quiere centralista o elitista y que desmerece a las que se escriben en las regiones. En consecuencia, la literatura peruana es considerada de la siguiente manera:

    Como la existencia de varios sistemas literarios; estos comprometen escenarios complejos, ya no solo centro-periferia sino litera­turas regionales y emergentes literaturas indígenas contemporáneas. A esto hay que agregar que, desde los años ochenta del siglo pasado, se viene configurando la llamada literatura andina; esa literatura que no quiere ser indigenista, sino que se posesiona de la lengua dominante para ofrecer otras miradas de los Andes. (p.101)

El planteamiento de Espino (2018) cobra importancia por considerar la real existencia y valía de la literatura regional que describen hechos y escenarios complejos, tal como es la realidad sociocultural peruana. Más aún, el reconocimiento de la literatura andina2 no con la efervescencia ideológica del Indigenismo que reclama contra los abusos de los poderosos terratenientes y la explotación inhumana de los indígenas. En esencia, la narrativa de la literatura andina ingresa al tratamiento de temas cotidianos, caracteres individuales y comunales, modos de vida, en fin, un cuadro de las acontecimientos prósperos y adversos ocurridos en las comunidades regionales andinas, “a diferencia del indigenismo tradicional que lo hacía desde una postura paternalista, ajena y distante, idealizándolo o viéndolo como un universo exótico” (Morales, 2020, p. 27). En efecto, lo más destacable de la literatura andina contemporánea es que “el narrador es partícipe de los sentimientos del hombre andino y habla desde la misma perspectiva de los protagonistas y del mundo imaginariamente representado” (Baquerizo, 1994, p. 11), todo esto mediante “una prosa de ficción que no se basa en la tradición oral” (Itier, 1995, p. 40).

La narrativa regional andina contemporánea, específicamente la ayacuchana, se caracteriza por desarrollar tópicos relacionados con la problemática socioeconómica y política preferentemente. Sin embargo, algunos escritores incorporan historias, aparentemente con sentido recreativo, pero en ellas subyacen temáticas de orden coyuntural, como la violencia contra la mujer en sus diferentes modalidades.

Muchos escritores ayacuchanos en su narrativa utilizan el humor como un tópico preferido, tal es así que Reyes (1980), al referirse a la narrativa de Hildebrando Pérez Huarancca, afirma lo siguiente:

    Otro factor que equilibra o atempera la atmósfera asfixiante es el humor que recorre algunos pasajes de los cuentos; un humor peculiar, socarrón, de hombre de campo, donde se juega con alusiones a necesidades fisiológicas en los momentos más inesperados o donde se caricaturiza el comportamiento de los animales [...]”.

Esta afirmación también se prueba en las narraciones de Julián Pérez Huarancca, quien, en uno de sus relatos, alude al descomunal falo del burro (propiedad de un campesino), para burlarse del sistema sociocultural establecido: la idolatría católica y la autoridad de los policías, guardianes del orden social.

Para entender las bases del humor, en la narrativa regional andina, es necesario comprender la idiosincrasia del hombre y la sociedad andinas. Esto es porque el humor andino es una hibridación entre la concepción occidental y andina, y de esto surgen las características que distinguen a la narrativa ayacuchana de las demás expresiones similares del país: el humor con que se aderezan las creaciones literarias, como una poderosa e inevitable influencia del habla popular, en cuya entraña se conservan la chispa, el agarre, la socarronería, la doble intención.

Sobre la base de lo sustentado, el estudio se orienta, principalmente, por el conducto de la teoría de la crítica literaria psicoanalítica3; además, de la teoría antropológica4. Dicho de otro modo, en este trabajo, se aplica la crítica y el análisis literario, entendida como la descomposición de un todo en sus elementos constitutivos (Reis, 1985). Este todo constituido por los relatos literarios del libro Taita Serapio de variable extensión y sometidos al análisis descriptivo e interpretativo, con el propósito de mostrar de qué manera Zuzunaga construye el humor, de la mano con el machismo, a partir de lo grotesco o intrascendente en las circunstancias, en las controversias de los protagonistas, en el uso de la ironía, en utilización del juego ficticio, en la construcción del enunciado corto que parodia la organización del chiste. Todo este conjunto de elementos utilizados como instrumentos encaminan la violencia psicológica contra la mujer.

Sócrates Zuzunaga, en Taita Serapio (2004) narra hechos anecdóticos llenos de humor, en los que “las particularidades lingüísticas regionales, la oralidad en particular, se elevan a un plano literario superior como una reivindicación del habla popular” (Molina, 2003, p. 35). Sin embargo, el humor peculiar se colude con el machismo común de las actuales sociedades andinas. En estos relatos, los personajes “machos” aparecen con sus rasgos sicóticos, desviados sexuales, psicosis alcohólicas y otros complejos:

    Se trata de sujetos incorregibles e ineducables, quienes pisotean la dignidad humana [la mujer] utilizando su viveza e inteligencia para satisfacer sus instintos más bajos. Se sienten satisfechos y disfrutan de sus fechorías (sexuales) sin demostrar el mínimo sentido de honor y remordimiento. (Tauro, 1993, p. 58)

Es así que el protagonista de los relatos, Taita Serapio, es un personaje curioso, peculiar y anecdótico, de comportamiento y pensamiento híbrido del hombre occidental y andino, más con actitudes que se contraponen a las normas del buen vivir (allin kawsay) de la comunidad andina. Es un tipo inclinado a decir y hacer burlas, entregado a los vicios, especialmente, al alcohol y al sexo, como ciertas necesidades que le permiten gozar de un estado de grata satisfacción espiritual. Taita Serapio completa sus rasgos morales siendo un tipo tramposo y desvergonzado, tiene todos los defectos actitudinales y se presenta como un sujeto marginal e incorrecto. No se siente desvalorizado ni dejado de lado, sino un ser rebelado contra las normas sociales impuestas y vive feliz, destilando, a veces un fino humor, en otras, un humor negro que atenta contra las personas de su entorno, especialmente contra las mujeres, a quienes considera seres inferiores y objetos de vejámenes.

Elementos de violencia psicológica contra la mujer en Taita Serapio

El humor y machismo

En contextos patriarcales, el humor y el machismo constituyen las dos caras de la moneda. El machismo cobra fuerza y se materializa favorablemente, como ideología dominante y avasalladora contra la mujer mediante el humor que se torna muy agraviante en sus diferentes matices e intenciones.

El humor, revisado diacrónicamente, desde tiempos anteriores hasta el presente, se comprende como fenómeno dependiente del sentido de superioridad; además, supone que procede de la verificación de incoherencias, de la separación entre lo que se muestra y lo que se aguarda. Bergson (1972), siguiendo la primera vertiente, afirma que “nos reímos de formas de conducta que van en contra de las socialmente aceptadas y esperadas, sintiéndonos, por lo tanto, como personas que saben cómo comportarse, superiores a quienes lo ignoran” (p. 23). Por otro lado, siguiendo la segunda, el humor se considera tal un mecanismo que consigue alterar o concebir admisibles el sexo y la violencia (Freud, 1948). Es decir, lo que se espera es negativo y hasta nocivo en relación con lo que se recibe, además, de que facilita las intenciones violentas y sexuales.

Por otro lado, el machismo es un fenómeno cultural que, según Giraldo (1972), “consiste básicamente en el énfasis o exageración de las características masculinas y la creencia en la superioridad del hombre” (p. 295). Los orígenes del machismo se sustentan con la hibridación cultural; es decir, la transculturación calamitosa por la manera cruel que los hispanos imprimieron en su hibridación con la cultura americana. Cabe señalar que en las sociedades existentes antes de la invasión española la mujer se encontraba en situación de inferioridad y sin derechos que podía ejercerlos en libertad.

El macho, autoconsiderado superior a la mujer, en su manifestación verbal recurre a formas atrevidas, desvergonzadas y las considera propias de varón. Más varón se siente cuando su lenguaje es más procaz y logre lastimar violentamente a la dama, porque, en sí, la mujer es una llaga, una "rajada"5.

El vago exhibicionismo sexual

En el relato Sujetando al demonio, Taita Serapio mareado micciona al costado de la iglesia del pueblo y dos mujeres escandalizadas reaccionan al observar el miembro viril expuesto por el personaje:

    Un día de fiesta, en el pueblo, Taita Serapio estaba andando harto mariau6... En eso se le vinieron unas ganas diorinar y siacercó al costadito de la puerta de la iglesia... Y en ahicito, cuando estaba orinando bien tranquilo, salieron dos mujeres del recinto sagrau. Y una de ellas... empiezó a hacer bulla: -¡Achachallau, jesusmariayjosé¡ ¡Miren, pues , a ese hombre cochino! ¡Qué demonio es este! Entonces Taita Serapio, agarrando bien lo que tenía entre sus manos, respondió: -¡No se miasuste, mamacita!...¡Hic!...¡A este demonio mi lo tengo bien agarrau del cueyllo!...¡Hic!...¡No le va a hacer nada, mamacita!...¡Hic!...¡Pase nomás usté!... ¡Hic!... (p. 7, cursivas nuestras).

En esta historia Taita Serapio hace gala de su 'demonio' (pene) que, en la psicología varonil, al nombrar como un demonio al miembro viril, es considerado como ser poderoso; sin embargo, mientras lo tenga entre la mano no es de cuidar, porque su “peligrosidad” está controlada. El macho hace alarde de la enormidad de su órgano, hace lo que quiere según su voluntad y orina encima de las mujeres. Zuzunaga utiliza la expresión: “¡No se miasuste, mamacita!”, dicha por el personaje, con el fin de aludir a la mujer como de poca capacidad de entender o de resolución.

En Apuros de una lengua larga, el macho, aparte de alardear, inventa historias de su potencia sexual, conquista de mujeres y que, gracias a su potencia, la mujer gozará placeres que no pudo conseguir con otros:

    Una tarde calurosa, taita Serapio sincontraba en la chacra, tratando de convencer a una chola apetitosa que no se dejaba tumbar pal disfrute de la carne…
    -¡Por favor, déjeme, don Serapio! –se defendía la chola […]
    -¡Por favor, déjate nomás, Justinacha! –imploraba el arrechón, tratando de romper la tranca del corral- ¡No tivá a doler! ¡Por decir nomás tey dicho que me gustaría agarrarte al filo de esta piedra pa hacerte japarkachar o gritoniar como a una chancha! ¡Más mejor, vas a ansiatiar y gemir de purito placer!... (p. 14. Subrayado nuestro).

Taita Serapio conquista y engaña a las mujeres para satisfacer para mostrase orgulloso de sí mismo y de sus fechorías. En el texto extraído, el personaje, sin miramientos, expresa: “pa hacerte japarkachar o gritoniar como a una chancha!” y claramente violenta y deslustra la buena fama de la mujer. Taita Serapio actúa con falsedad y desvergüenza descaradas, directamente afrenta contra la mujer al compararla con la chancha, para animalizarla, porque en su pensamiento, la mujer no es más que un animal y objeto sexual. Además, en el pensamiento popular la mujer es comparada con la chancha, porque se la considera como propensa a los deleites carnales. En suma, en esta escena, Taita Serapio se comporta como un individuo anónimo, más se considera un sexo y no una persona (Bermúdez, 1955).

En Soñando imposibles, el macho no contento con la supuesta enormidad de su miembro viril, aparte de estar envejeciendo, hasta desea poseer un órgano descomunal, porque “mientras más grandes sean sus órganos sexuales y más activamente se entregue a la relación sexual, más macho será” (Giraldo, 1975, p. 296):

    Harto me gustaría tener el asunto ¡así! Como lo tiene el burro paque ninguna chola de mierda siga burlándose de mí quiyaestoy viejo, que el asunto ya lo tengo bien arrugau y doblau, que ya no lo puedo enderezar ni con horqueta, qué mejor sería que yo me juera a cuentar mis piojos en mi choza… porque pa enamorar a una mujer hay que tener los porongos bien llenos y una buena tirantez en la pichula. (p. 25. Subrayado nuestro).

Taita Serapio, sujeto con apetito inmoderado de sexo, sueña con tener cualidades de macho extraordinario, solo con la finalidad de no ser considerado por las mujeres como inútil o “poco hombre”, sino potente y para seguir deshonrando a las mujeres. En el texto el autor, mediante la elucubración del personaje Taita Serapio, sutilmente da a entender las preferencias sexuales de las mujeres, quienes seleccionan machos bien dotados y con mucho vigor sexual. En este discurso subyace la violencia contra la mujer, a quien, en sí, describe como ser con deseo excesivo del placer sexual.

En Asuntos de cantina, el macho inventa historias fabulosas que en muchos casos se convierten en mitos sexuales comunes en las sociedades machistas, por ejemplo, poseer tres testículos, “como las bolas de billar”:

    -Eso que dicen de nuestro taita Serapio es harto gracioso, ¿no? –dijo uno de ellos, enjugándose el sudor de la frente con un viejo pañuelo-. Ja, caray, yo no creo que ese arrechón tenga tres huevos cuelgándose entre sus piernas […].
    -Pero el Donato Quispe dice que eso es verdá, ¿acaso? –comentó un segundo, acomodándose bien el cincho del pantalón-. Dizque él mismito se lua palpau en una apuesta que hicierosn, cuando estaban mariándose en la cantina de Mama paulina […] (p. 27. Subrayado nuestro).

El machismo es el culto a la masculinidad. Este planteamiento parte de la idea sustentada por Campos (2007): “El machismo es un conjunto de creencias, costumbres y actitudes que sostienen que el hombre es superior” (p. 32, cursivas nuestras). A partir del elemento resaltado, se infiere que todo lo que constituye parte del cuerpo masculino es superior o sobredimensionado. Este pensamiento irradiado por el macho, minimiza los rasgos físicos de la mujer, aun su integridad moral es menoscabada, quitándole parte o todo de su estimación.

En Cosas de la virginidad, refiere a que el macho siempre es el que inicia en el sexo a la mujer. La virginidad de la mujer es un “trofeo” ganado que marcará su carrera “exitosa” en el sexo y será recuerdo valioso de su “colección”:

    Eso no es nada, carajo… En mis tiempos de juventú. Romper la tranca7 era para mí algo así como que mear en cada esquina de la calle […]. No olvido ni olvidaré nunca ese dulce cuchicheo que miarían las cholas en los oídos: ayayau, Serapio; harto mistá doliendo, pero no lo saques, por favor […] (p. 19. Subrayado nuestro)

El discurso del fragmento tiene un matiz violento, tanto físico como psicológico. Físicamente, la rotura del himen (“romper la tranca”), es un acto violento que la mujer, a pesar de que es doloroso, responde con un tono de experimentar un placer incomparable con los demás. Sin embargo, el personaje autor de la violencia, se siente más macho por este hecho que, a la postre, le servirá para chantajear y maltratar psicológicamente a la víctima, por más que esta haya actuado conscientemente.

En Queriendo romper la tranca, el macho se muestra modesto para convencer a la mujer, a través de comparaciones que finalmente son súplicas de amor:

    El toro como tiene dos bolas cuelgándose entre las piernas; el burro, como éste quistá en aquí, ayveces descuelga su garrote negro y lo balancea; el perro debe tener un gancho en la vaina pa engancharse en la raqra8 de la perra; el gallo no sé qué nomás tendrá pa subirse sobra las gallinas y, jua, jua, listo Calixto; la mosca, el piojo, la pulga, el gusanito… ¡Uf, ni qué hablar de ellos, Jacinta!... A ti solo quiero hacerte conocer la cosa diún hombre pa que ya nuistés chikuchandote9 la raqra con los dedos […] (p. 30. Subrayado nuestro).

Taita Serapio, personaje sagaz, mediante la comparación con ciertas actuaciones animalescas, incita o mueve a la víctima hacer lo indebido. En esta comparación, un tanto pueril, manifiesta ingenio agudo y penetrativo, para conseguir sus propósitos. La violencia psicológica, en este acto, se manifiesta cuando Taita Serapio atribuye a la víctima la cualidad de masturbadora (“pa que ya nuistés chikuchandote la raqra con los dedos”). La palabra híbrida quechua-española chikuchándote describe elementalmente el acto de la masturbación practicada por la mujer y reprobada por la sociedad.

La libre sexualidad del macho

El macho es sexualmente libre, puede humillar a sus mujeres cuando lo desee, porque siente que es la fuerza de ser el marido. Escuchando tras la pirca es el relato en el que el macho demuestra su poder humillante hacia la mujer, sin importarle la condición física y moral dolorosa de la agraviada:

    En eso, desde detrasito del pircau, del medio del maizal, una cholita empezó a quejarse, toda adolorida:
    - ¡Ayayawwwww, Aquilinucha! ¡Me dido, me dido!
    Y en ahicito, un cholito le contistó, todo cansau nomás ya:
    - ¿Medido? ¿Medido?... ¡Qué medido, carajo!... ¡Todo adentro!
    Pero, la cholita siguió quejándose:
    -¡No, Aquilinucha! ¡No tistoy diciendo eso! ... ¡Es que me dido mistás doblando! ¡Párate ya, papacito! (p. 16. Subrayado nuestro)

La supremacía y el libertinaje sexual del varón le otorgan innegables derechos que corresponden a su naturaleza de macho. En el ideario popular existe la creencia de que los varones poseen más necesidades sexuales; por consiguiente, las mujeres deben admitir sin reparos los actos de infidelidad con muchas mujeres: “En una oportunidad, taita Serapio, enamorando a una mujer, la metió en la sacristía de la iglesia pa hacer lo que ya usté sabe” (Sorprendidos en la sacristía, p. 29).

En otros casos, el casamiento no es un impedimento para las aventuras extramatrimoniales, so pretexto de justificar con la idea de que la mujer es la casada. Es así que, cuando el casado tiene una y otra amante, además de ir a la cacería de otras damas, no le importa su situación civil (Giraldo, 1972):

    -Oye, compadrito, Serapio… ¿Por qué tiene usté muchísimos hijos, en distintas mujeres, y todos ellos regados en casi todos los pueblos de la región?
    -Es que, pues, compadrito […] No sé por qué me gustan mucho las mujeres, ya sean éstas, solteras o casadas o divorciadas o viudas, que no sé por qué no pueydo sujetar este mi genio tan perjuicioso y ando nomás sembrando hijos e hijos poracá y porallá, en pampa y en ladera, en el fondo de las quebradas y hasta en la mismita punta de los cerros, qué caray… (Andarín y mujeriego, Pág. 58. Subrayado nuestro).

En el texto anterior, Taita Serapio se muestra como un engendrador empedernido, sin respetar la condición civil de las mujeres víctimas. Este acto, supuestamente realizado porque no puede controlar sus impulsos sexuales, de hecho, es violencia psicológica contra la mujer, porque las víctimas quedan humilladas y ofendidas, luego de ser abandonadas material y moralmente por el agresor.

Por otro lado, el macho posee cuanta mujer y las deja cuando así ve por conveniente, a pesar de los ruegos de las víctimas, quienes quedan maltratadas moralmente y perjudicadas socialmente:

    Dizque cuando él, en ese tiempo, le comunicó a una de sus cholas, a la Constantina Huamán, que ya no la quería a ella, que ya siabía conchabau con otra mujer, ¡qué caray!, la jijona se puso a llorar como una magdalena, mesándose los cabellos, dando alaridos…
    - ¿Por qué miaces esto, Serapio? –se lamentaba la pendeja- ¡Si yo tistoy queriendo harto, papacito!... (A mano, p. 48. Subrayado nuestro).

En otros casos, el macho Taita Serapio demuestra cinismo e irresponsabilidad en no reconocer a sus vástagos, producto de sus aventuras sexuales desenfrenadas. Por ejemplo, en el relato Reconociendo la paternidad, llega al extremo de negar la autoría por el hijo concebido, tal vez negar por negar o buscando algún pretexto de que el recién nacido no se parezca al padre, sino a otra persona. Esto solo sirve para eludir la responsabilidad paterna y, de igual manera, mostrar su machismo cínico por no reconocer al hijo y por solo haber hecho parir a una mujer más de su numerosa colección:

    Una mujer, harto molistosa, cuelgando su jeta, siacercó donde taita Serapio, trayando a su tierno niñito, pa que él lo reconozca… -Pero… pero… ¡a ver, házmelo ver! –diciendo le dijo, taita Serapio- ... esos sus ojos no son como los míos… esa su varicita nues como la mía… ese su pelito nues como mi pelo… ¡No, mamacita, este niñito no me pertenece! (Pág. 15. Subrayado nuestro).

El macho no muestra emociones blandas y sentimientos luego de poseer sexualmente a la mujer, más se muestra cínico. Esta actitud es clara muestra de violencia psicológica contra la mujer, sin la necesidad de lanzar injuria grave de palabra contra la mujer, esta es acusada de infiel e inclinada a los placeres y frivolidades de la vida social.

Ante la vergüenza y el deshonor que padece la víctima, esta responde inmediata y contundentemente al agresor: “¡Como que no va a ser tu hijo, Serapio! ¿Acaso este mi culo es máquina fotográfica pa sacártelo igualito a ti?” (p. 15, cursivas nuestras).

En el relato En la oscuridad de la noche, el macho Taita Serapio hace gala de su libre sexualidad, sin interesarle la condición de parentesco y psicológica de la víctima.

    ¡Uy, carachu, disculpe usted, comadrita- dice taita Serapio, bajándose de encima de su comadre Jacoba- ¡Miabíay equivocau, pues! ¡Disculpe usté! (p. 88. Subrayado nuestro)

El agresor, en este caso, justifica su acto violento como una equivocación o hecho desacertado, por tal, debe ser pasado por alto y perdonado. La mujer víctima es disminuida y deteriorada moralmente, pero el macho sale triunfante y airoso por su “hazaña” irrepetible por otros.

Razonamientos ingenuos con matices machistas

Zuzunaga se apoya en las agudezas del lenguaje para mostrar razonamientos, aparentemente sin sentido, pero que explican hechos probables y comprobables. Tal es el hecho que en una oportunidad Taita Serapio es descubierto en la sacristía teniendo sexo con una mujer, por lo que el cura de la iglesia les increpa acusándolos de pecadores. Taita Serapio le responde:

    Yo no tengo la culpa, señor […]. Yo digo que el mismito Taita Dios tienen la culpa diaber creau al hombre con su herramienta y a la mujer con su raqra, ¿no?... ¡Y no me venga, pues, con que hacer eso que nosotros hemos estau haciendo es pecau, padrecito!... (Sorprendidos en la sacristía, Pág. 29. Subrayado nuestro).

En el extracto anterior, la actitud el personaje es netamente machista y violenta contra la mujer. El macho tiene una “herramienta” que debe utilizar sin miramientos en la raqra (vagina) sin importar la condición de mujer honrada y honorable.

En A imagen y semejanza de Dios, Taita Serapio hace un comentario acerca de la figura de Dios. En esta historia destaca el término pichula (miembro viril), sinónimo de macho, y es utilizado para el goce carnal (“hacer gozar a la mujer”). Una vez más, la mujer es violentada por el agresor al ser considerada como sumisa y dependiente de las caricias placenteras del macho. En esencia, el sentido del discurso del texto plantea que, si Dios nos creó tal como su figura y similitud, también él tiene órgano viril y goza del placer de la carne:

    ¿Saben? Dizque nosotros juimos creados a imagen y semejanza de Taita Dios... Hum, si será verdá... Esto quiere decir que Taita Dios tiene ojos y mira, tiene orejas y escucha, tiene boca y come, tiene culo y caga... y... -¿Y qué, taita Serapio? - ¡Cómo que, qué carajo! ¡Entonces, pues, Taita Dios tiene pichula y sabe montar mujeres como lo hacemos todos nosotros, los hombres! (p. 57. Subrayado nuestro).

En otro relato pareciera que el estado del ser humano en el mundo concreto, solo sirve para la procreación. En el texto Conclusión lógica, Taita Serapio razona acerca del origen del hombre blanco, negro, amarillo, etc.: “Yuistoy diciendo: seguramente, pues, Taita Dios le dio a ese tal Adán unos porongos con leche de toda laya, ¿no?... por eso, pues, en estas tierras, existen gentes de toda raza y color” (p. 38, cursivas nuestras). La mujer no es tomada como parte de la procreación, es soslayada y minimizada como ser inferior.

Finales

La colección de relatos Taita Serapio está preparada con hilarante fruición, seguramente entre risas. Este libro puede ser acogido como un puñado de píldoras contra los sinsabores y dolores que nos depara esta aciaga existencia. Naturalmente aquí no se encuentran cuentos de considerable extensión, sino solamente breves relatos nacidos de la cotidianidad pueblerina. La coloquialidad de estos relatos nos otorga un sabor regional de delicioso ritmo, una oralidad fresca, tal como lo recalca la nota escrita en la contraportada del libro. Sobre la base de lo argumentado, Taita Serapio es una demostración del modo de vivir de los protagonistas populares del mundo andino, quienes aparte de exhibir su machismo moldeado con un conjunto de hechos violentos contra la mujer, también muestran su exquisito humor burlón, sarcástico, rufianesco, esencialmente.

Finalmente, el autor refleja, en cada relato, el fuerte matiz de la violencia psicológica, principalmente, contra la mujer para constituirse como una gama de relatos ataviados con los colores del humor y la jocosidad cotidianas.

Fuente de financiamiento

La presente investigación fue autofinanciada.

Contribución de los autores

Autor único.

Conflicto de Interés

Declaro no tener conflicto de interés.

Referencias Bibliográficas

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1Se utilizó el libro de relatos Taita Serapio (2004), Lima: Altazor, publicado por Sócrates Zuzunaga (Ayacucho, Paúcar del Sara Sara, 1954) 2La literatura andina no es exactamente indígena, sino es distinta, porque es ideada y representada desde otros espacios sociales, políticos, culturales, etc. Representantes claves de esta literatura son Hildebrando Pérez Huaranca, Hildebrando Pérez Grande, Efraín Miranda, Félix Huamán Cabrera, Oscar Colchado Lucio, Macedonio Villafán, Sócrates Zu­zunaga Huayta y otros (Espino, 2018, p. 103). 3“El comentario psicoanalítico utiliza la psicoanálisis de Freud que como es sabido, intenta una explicación científica –racional- de las manifestaciones del inconsciente humano, del nivel irracional de la mente, que es el factor que, en realidad determina el comportamiento humano” (Hernández y García, 2005). 4“El comentario antropológico se propone interpretar el significado de las imágenes, símbolos, arquetipos, mitos, leyendas y fábulas usados en las obras literarias” (Ibidem, 2005) 5Alusión a la forma de la vagina. 6Zuzunaga incorpora, en su narrativa, el lenguaje regional con sus propios rasgos lingüísticos. El tratamiento de este tópico se desarrollará en otro artículo siguiendo los cánones de la teoría Pragmático-lingüística. 7Romper la tranca. Modismo regional equivalente a desvirgar. 8Raqra (voz quechua). Rajada. Es una clara alusión a la vagina. 9Chikuchándote. Palabra híbrida. Lexema quechua: chikuch + sufijo español: -andote (“haciéndote cosquillas”).


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